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“Me llamo Lola, tengo 16 años y soy una chica transexual”. Con esta rotunda frase rompía el silencio esta adolescente canaria en la rueda de prensa en la que se presentaba, hace unos días, su candidatura como aspirante a Reina del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria. Acto seguido, el titular Primera menor transexual candidata a Reina del Carnaval se hizo eco en los medios de comunicación hasta la saciedad. En tan sólo unos días, han reclamado su presencia periódicos, revistas, emisoras de radio y canales de televisión convirtiéndola por un momento fugaz en protagonista de rabiosa actualidad. Y Lola, consciente del brillo efímero de los focos, aprovecha cada segundo para reivindicar con una naturalidad asombrosa que viene a dar la cara por todas las personas que son discriminadas en nuestra sociedad por el mero hecho de ser diferentes, de responder a patrones no convencionales o mayoritarios.
Lola pertenece a una nueva generación que viene a darnos de bofetadas hasta que nuestras conciencias, empeñadas en seguir dormitando en pleno siglo XXI, se decidan a despertar. Lejos de mostrar un estereotipo siliconado y estrafalario (del que tanto se han servido algunos medios para desacreditar a todo un colectivo) en Lola hemos visto a una niña dulce, sonriente, sencilla, estudiante de bachillerato, aspirante a psicóloga y que, a pesar de su corta edad, se muestra muy capaz de poner en segundo plano las cuestiones relativas a su cuerpo que puedan ser objeto de morbosa curiosidad. Defiende su intimidad y deja claro que viene a hablar de inclusión social y de respeto.
LEER ARTÍCULO COMPLETO PUBLICADO EN ‘CANARIAS 7‘.