Pablo Pineda se define a sí mismo como un joven malagüeño, vitalista, responsable, formal, optimista y social. Es maestro, escritor, conferenciante, actor y consultor de diversidad en la Fundación Adecco. Y curioso. Nos encontramos antes de que empiece su conferencia en el Centro Cultural El Tablero y, paciente, espera a que montemos todo para empezar la entrevista.
¿Qué quería ser Pablo Pineda de pequeño?
Una de las cosas que más me gustaría ser es periodista porque la información me encanta. Me gusta estar al tanto de la actualidad. Y la Historia me encanta. De pequeño he sido siempre más de letras que de ciencias.
De hecho has escrito dos libros, El reto de aprender y Niños con capacidades especiales: Manual para padres
Sí. Son dos libros totalmente distintos. Uno va hacia el hecho educativo, dedicado a los profesores y a las mentes educativo-pensantes de este país. Hablo de cómo hay que cambiar la forma de enseñar para que los niños aprendan, porque todos podemos aprender. Uno de los principales mitos es que la gente con discapacidad no podía aprender. Y es falso. Todos somos educables.
El otro intenta demostrar a los padres que lo que tienen es un hijo, no un discapacitado. Y que, como tal, lo tienen que educar no cuidar como un jarrón chino. Hay que enseñarles lo que es el esfuerzo, la disciplina…
Tengo entendido que recibiste una educación alternativa en el colegio.
Más que alternativa, pionera. Estamos hablando de hace 35 años. La realidad española de entonces no es la de ahora. No existía la inclusión. Había que luchar mucho para que el profesorado de aquel entonces se diera cuenta de que se quería otra España. Era la transición paralela a la política. Esa transición social en la que había que cuestionar muchos de los principios que había.
¿Qué dificultades encontraste en tu acceso a la formación académica?
Tanto en el colegio, como en el instituto y la Universidad la dificultad estriba en la mentalidad de las instituciones de aquella época. El profesorado y la escuela nos dejaban fuera. Había que luchar para mentalizar, para demostrar que podía estar en el colegio y en el instituto. De hecho cuando entré el profesorado estaba dividido y votaron mi admisión. Eso ahora es inconcebible.
En alguna ocasión dijiste que los jóvenes eran el motor de todo. ¿Qué importancia tienen los jóvenes en el camino hacia la normalización de la diversidad de cualquier tipo?
Son los primeros que tienen que impulsar la normalización. Eres tú la primera que me tiene que ver como un igual. Porque quizás la gente mayor está formada en otra época, bajo otros principios. Pero tú que eres joven me tienes que ver como una persona con los mismos derechos y las mismas oportunidades que tú. Y tú eres la que tienes que demostrarle a los de arriba que esto hay que cambiarlo. Me tienes que ver como un igual, y si eres mujer verme como un sujeto agradable a la vista, como una persona a la que puedas querer y puedas amar.
En este camino, ¿qué importancia tienen las familias?
La familia es fundamental. Si es tu padre y no confía en ti, ¿quién lo va a hacer? Son los primeros que tienen que confiar en ti, en lo que puedes dar y a partir de ahí estimularte, nada de sobreprotección.