Los sueños de Mari Luz

Mari Luz reside en el CAMP Reina Sofía llega arrastrando los pies con cierto
desparpajo y, aunque aparece cabizbaja hacia donde estoy esperándola para
entrevistarla, desde que se sienta a mi lado empieza a hablarme como si me
conociera de toda la vida. Me habla de todo lo que hace en el centro. “Me gusta
ir a la huerta porque plantamos tomates cherry, coles y acelgas. Y arranco la
hierba mala con el sacho. Le ayudo a María a regar también”, me explica. Mari
Luz hace de casi todo: canta, pinta, hace puzles, lava, dobla la ropa, ara y
recolecta. Le gusta trabajar porque, dice, se siente bien y porque ayuda a sus
compañeros.
Hace algún tiempo que se ha empezado a involucrar a las personas en las
actividades diarias del centro preguntándoles qué les gusta hacer, una medida
que se enmarca dentro de una nueva organización de atención centrada en la
persona. Margarita Osorio, terapeuta ocupacional en el CAMP Reina Sofía,
señala que este cambio ha permitido que las personas dejen de ser usuarios o
pacientes que se adaptan a las propuestas del técnico. “Ahora las personas
que están en el centro son más partícipes de su propia vida y más
responsables de sus actividades lo que ayuda a aumentar su autoestima”,
explica. El trabajo en la lavandería es una de las tareas que realiza. “En la
lavandería saco la ropa y la meto en las dos secadoras. Cuando se apaga la
secadora, doblo la ropa. También doblo las toallas”.
Mari Carmen trabaja en la cocina y cuenta que con la ayuda de Mari Luz
adelantan el trabajo porque no espera a ver loza sucia, pide agua si falta…
“Siempre colabora con nosotros y se siente muy feliz haciéndolo”, dice.
Trabajar en el comedor es bueno para ella porque se siente útil y responsable.
“Pongo los vasos y las cucharas en la mesa y me siento bien. También ayudo a
mis compañeros acostándolos, levantándolos y llevándolos al comedor”,
explica Mari Luz.
Mari Luz siente especial devoción por Esther Lidia, una compañera del centro.
Va a visitarla, le canta y habla de todo con ella porque es la persona a la que
más quiere allí, dice. El personal del centro ve cómo Esther Lidia se alegra
cada vez que la ve. “Le canto y se ríe conmigo cuando le digo
chocochocochocolate… Así me pongo y ¡unas risas que tiene ella, de padre y
señor mío!”

 

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